ASOCIACION DEL PERSONAL DEL INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGIA AGROPECUARIA

Noticias de Apinta

  • 05-06-2006

    Ya se cerró el 85% de las Negpciaciones Colectivas Salariales

    Paritarias: las empresas y gremios jugaron con un grado elevado de "cartelización"

    Clarín - El País

    Ya se cerraron el 85% de las negociaciones colectivas de trabajo y este avance permite trazar balances donde sobresalen las coincidencias en los resultados finales. En casi la totalidad de los acuerdos salariales se firmaron incrementos del 19%. Se supone que decenas de convenios de empresas o ramas de actividad muy diversas, que atraviesan ciclos económicos distintos, difícilmente puedan acordar incrementos parecidos.

    Por eso se puede decir que en el caso de las paritarias hubo alguna suerte de "cartelización", en este caso entre los empresarios y los sindicatos, con el auspicio del propio Gobierno. O sea, se deja a un lado la libre negociación entre las partes por un entendimiento que tiene todas las características de ser previo, por encima de esas mismas paritarias.

    Debe tenerse presente que cuando empresas de una misma actividad o sector fijan precios similares se presume que puede existir algún grado de "cartelización". Es decir: la coincidencia de precios permite indicar que esas empresas sustituyen la libre competencia por un arreglo corporativo.

    Lo mismo que las situaciones ya indicadas está pasando con el Consejo del Salario Mínimo. Como organismo paritario de empresarios y sindicalistas, presidido por el Ministerio de Trabajo, el Consejo debería reunirse cada vez que lo piden algunas de las partes. Sin embargo, eso no sucede. El Consejo es convocado cuando el Gobierno lo considera y también con anticipado acuerdo sobre lo que deberá aprobar. Versiones señalan que podría ser convocado durante el mes de junio.

    Se podrá argumentar que la "cartelización" de las negociaciones partidarias evita el desborde salarial. Es un argumento de peso para los funcionarios, empresarios y varios economistas. Pero, en los hechos, introduce grandes inequidades.

    Porque los niveles salariales de cada empresa o actividad dejan de representar el grado de productividad y rentabilidad de cada sector, un argumento de diálogo, acercamiento y negociación entre las partes que fue postulado oportunamente por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna.

    No tomar en cuenta, precisamente, productividad y rentabilidad puede perjudicar seriamente o beneficiar en grado sumo a trabajadores y empresas, según los niveles de los aumentos salariales "cartelizados".

    No es lo mismo un aumento salarial que puede ofrecer una empresa automotriz —que hoy está en franca recuperación— o una compañía vinculada al turismo que los sectores que todavía están en una fase de reactivación atrasada.

    Lo que las autoridades deberían propugnar es que haya un piso salarial, para evitar remuneraciones de pobreza. Y que, por encima, las partes puedan acordar subas diferenciales en los ingresos de los trabajadores. No se está hablando de los 11 millones de asalariados en el país, incluidos los beneficiarios de planes sociales, pero sí de una parte considerable de ese total. A fines del año pasado el ingreso promedio de los ocupados era de 839 pesos, pero la mitad percibía menos de 600 pesos por mes, con una importante disparidad.

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