Asesor de Hugo Moyano, el jefe de la CGT, y diputado electo en octubre por el kirchnerismo dos datos relevantes para medir el peso de sus opiniones, Héctor Recalde augura una "muy racional" discusión salarial para este año. Es lo que espera de los gremios, siempre y cuando, aclara, se de una condición previa: que los empresarios "hagan el esfuerzo que les corresponde para contener sus propios precios". Ambos comentarios vienen a cuento de una inquietud recurrente de los dirigentes patronales en las reuniones que, estos días, mantienen con Felisa Miceli: las demandas que podrían sobrevenir, en los próximos meses, con la reapertura de las negociaciones paritarias.
Pero aún cuando las opiniones de Recalde puedan ser interpretadas como un acuerdo no declarado entre el presidente Kirchner y Moyano, la "moderación sindical" por lo menos la de los gremios grandes sería difícil de sostener si el Gobierno no logra, a su vez, contener el envión inflacionario. Esta es la tarea que Miceli tiene por delante, transformada por la necesidad más en una ministra de Comercio que de Economía.Nadie cree que sea verdaderamente alarmante que en 2005 el índice al consumidor haya aumentado 12,3%. No lo es en la medida que no escale a guarismos más altos en 2006.
Por de pronto, los acuerdos de precios sirvieron para desactivar en diciembre una trepada mayor al 1,1% que arrojó el indicador. Y la apuesta del Gobierno es que, por esta vía, enero termine por debajo del 1%. Sin embargo, no sólo encarrilar la inflación hacia tasas cada vez más bajas es condición necesaria para desactivar eventuales tensiones gremiales. Perentorio es detener el avance del costo de los alimentos, que se ha más que duplicado desde la devaluación: sencillamente, porque pega como ningún otro en los ingresos de los trabajadores.
Pero aún cuando piense que "si no hay inflación no habrá reclamos gremiales generalizados", Recalde sostiene que, en cualquier caso, se debe avanzar hacia una recomposición gradual de los salarios. Y lo cree, entre otras, por tres razones:Una es porque, dice, las empresas han acumulado altos márgenes de rentabilidad. "En buena parte de las industrias el costo laboral es hoy 37% más bajo que en 2001", afirma;la otra apunta a la necesidad de achicar el actual, muy desigual reparto de la riqueza. Según sus palabras, "ir recuperando el poder adquisitivo de los sectores de más bajos recursos"; la tercera razón está dirigida a la "racionalidad" de los empresarios. Dice: "Deben entender que si mejoran los ingresos de sus trabajadores se beneficiarán con el crecimiento de la demanda. Finalmente, cerca del 90% de la evolución del PBI depende del mercado interno".
En el fondo, pues, Recalde se alista entre quienes piensan que una mejora en los salarios más si es gradual como propone no debería ser hoy considerada inflacionaria. Dicho de otra manera, que no puede ser requisito de los acuerdos de precios "mantener maniatados los sueldos": esta es la parte que le toca directamente al Gobierno. El asesor de la CGT tampoco cree que, como parte de las negociaciones con los empresarios, se deba transigir en una reforma a la Ley de Accidentes de Trabajo que pueda afectar derechos de los trabajadores. O, más precisamente, que limite la posibilidad de demandar ante la Justicia, abierta por un fallo de la Corte Suprema del año pasado.
En cualquier caso, las opiniones de Recalde que mejor parecen expresar su condición de kirchnerista, asesor de Moyano y eventual candidato a conducir el Ministerio de Trabajo son las que asocian la inflación con las discusiones salariales. Finalmente, allí está puesta la urgencia del Presidente y sus probables aspiraciones políticas para 2007: sin ambigüedades, la reelección.