ASOCIACION DEL PERSONAL DEL INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGIA AGROPECUARIA

Noticias de Apinta

  • 21-11-2005

    Mercosur: reunión clave entre Kitchner y Lula en Pto. Iguazú






    Para discutir sobre las diferencias comerciales y afianzar el Mercosur a 20 años de los pactos suscriptos por Alfonsín y Sarney.


    Es por la influencia de los conflictos comerciales entre la Argentina y Brasil. Y por las simpatías de Uruguay y Paraguay a varias iniciativas de EE.UU.






    La Nación

    En pocos días, Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva tendrán una reunión cumbre en Puerto Iguazú. Se cumplen 20 años de los pactos firmados por los ex presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney que, en la práctica, fueron los antecedentes de la creación del Mercosur. Hoy el Mercosur atraviesa un momento difícil y puede decirse que desde su nacimiento el conflicto fue permanente. Las diferencias comerciales entre Brasil y la Argentina se acentuaron, primero con la devaluación del real en 1999 y luego con la devaluación del peso en 2002. Casi a diario hay quejas de sectores económicos argentinos que se consideran "invadidos" por los productos brasileños. También se critica que las inversiones extranjeras se direccionan hacia Brasil, porque allí reciben incentivos y subsidios extraordinarios, generando una corriente competitiva insuperable. La industria automotriz dispone allí de un régimen especial, que no poseen otros sectores. En la Argentina los industriales reclaman "reformular" el Mercosur para proteger a la industria nacional, mientras desde otras áreas productivas se indica que el Mercosur es un bloque ya bastante cerrado como para añadirle más protección. Un elemento decisivo: tampoco el Mercosur avanzó en negociar con otros bloques económicos importantes, como sería la Unión Europea o el NAFTA. Brasil considera que la industria argentina no tiene productividad porque los empresarios no invierten y señalan que hoy la relación cambiaria favorece ampliamente a la Argentina y aún así el comercio entre ambos países es deficitario para la Argentina.Lo que sucede es que Brasil avanzó en descubrir petróleo y por lo tanto gasta menos en importarlo. Y por otra parte amplió la producción agropecuaria y entonces importa menos bienes primarios de la Argentina. El problema de los argentinos con el Mercosur —insisten en Brasil— se debe a que tienen un escaso desarrollo industrial y la culpa (o responsabilidad) por semejante bache no es de Brasil. ¿Acaso la balanza comercial bilateral industrial no es ampliamente desfavorable para la Argentina? ¿Acaso Brasil no le ofrece a la Argentina un mercado cinco veces más grande?Con relación al controvertido ALCA, si bien los países del Mercosur mantuvieron una posición común, las diferencias afloran porque Uruguay simpatiza con un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Paraguay avanzó en significativos acuerdos militares con el país del Norte. No se actúa como bloque, ni se obedece a un interés compartido. Cada uno especula con su propio juego, estratégico, comercial o con relación al resto del continente. La reunión presidencial de Puerto Iguazú ya está marcada por el choque. Es que el Ministro de Economía Roberto Lavagna prometió que si Brasil no firma la Cláusula de Adaptación Competitiva para crear un crecimiento equilibrado entre ambas economías el encuentro anunciado será sólo protocolar. Por esa cláusula se podrían impedir la importación de productos del Mercosur si se considera que producen daño a la producción local. Pero eso sería volver a "perforar" el Mercosur, ya que contiene grietas importantes en las funciones de Mercado Común y como Unión Aduanera. Mientras sigan estos tironeos y apreciaciones que obedecen exclusivamente al bolsillo el objetivo político del Mercosur está en terapia intensiva. Las propuestas de integración surgieron en el marco de las batallas comerciales o de los enfrentamientos entre bloques.

    Los propósitos fueron la recuperación económica y la normalización de las instituciones y, sobre todo, la cooperación en una extendida geografía. En Puerto Iguazú los presidentes de Argentina y Brasil deberían exigir la construcción inmediata de una nueva agenda y dotarla de un empuje transformador, que nunca pudo ser llevado a cabo con éxito.


     

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