ASOCIACION DEL PERSONAL DEL INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGIA AGROPECUARIA

Noticias de Apinta

  • 03-10-2005

    Fuerte debate por el presupuesto

    La oposición cuestiona la prórroga de impuestos distorsivos y el manejo inconsulto de fondos
    La Nación

    En la Cámara de Diputados Fuerte debate por el presupuesto
    Si bien su aprobación se postergará hasta después de las elecciones legislativas del próximo 23, el proyecto de ley de presupuesto 2006 ya genera encontronazos entre el oficialismo y la oposición, y ya se anticipa un debate agitado si persiste la división en el justicialismo más allá de los comicios.

    La prórroga de algunos impuestos distorsivos, el manejo discrecional del Poder Ejecutivo de las partidas presupuestarias, así como de los excedentes de la recaudación por medio de decretos y el uso (también sin control) de los fondos fiduciarios y de los millonarios recursos contenidos en las "obligaciones a cargo del Tesoro" serán tres de los ejes más cuestionados por la oposición.

    El oficialismo, fiel a su costumbre, procurará no ceder en los ejes estructurales del presupuesto como tampoco en las amplias atribuciones para su manejo. La oposición, por su lado, confía en que el resultado electoral modifique el escenario legislativo, especulando con una ruptura definitiva del justicialismo para así ejercer presión y lograr algunos cambios. De hecho, el duhaldismo y la oposición ya vienen ensayando estrategias legislativas conjuntas para complicarle la vida al Gobierno en la Cámara baja.

    Pero el oficialismo no se inquieta demasiado: sabe que si la situación se complica, siempre podrá acallar críticas molestas cediendo recursos o promesas de obras públicas a las provincias de los legisladores díscolos, tal como ocurre en cada discusión legislativa del presupuesto. Quienes decidan quedarse fuera de esta lógica serán los más implacables en sus críticas al proyecto, como el diputado Claudio Lozano (Fuerza Porteña), quien a diferencia de la UCR, por ejemplo, discrepa con el planteo macroeconómico del Gobierno, plasmado en el presupuesto.

    "La política fiscal tiene como único objetivo subsidiar la inversión privada (básicamente, del capital más concentrado), sin incluir ninguna modificación que altere la distribución del ingreso, ni la composición de la demanda ni el perfil productivo", afirmó Lozano. Desde los bloques de centro, el diputado macrista Federico Pinedo (Compromiso para el Cambio-Capital) focaliza sus críticas en el uso discrecional que hace el Gobierno de los recursos presupuestarios y extrapresupuestarios, que en lo que va de este año suman la friolera de más de 6000 millones de pesos. El diputado avizora que el año próximo ocurrirá algo similar.

    "Alberto Fernández dispuso a sola firma, hasta septiembre, de más de 6400 millones de pesos, que equivalen a más del 8 por ciento del presupuesto aprobado por el Congreso. Todo hace prever que hasta fin de año podría sobrepasarse el 10 por ciento", advirtió Pinedo.

    Si bien esta vez el Gobierno no pidió facultades para redistribuir partidas cambiando su finalidad (súperpoderes), por medio de decretos de necesidad y urgencia maneja a su discreción los excedentes de la recaudación, sin consultar al Congreso. Así, en lo que va de este año, esos ingresos extra superaron los 6000 millones de pesos.

    En tanto, Lozano acotó: "En 2004, el total de excedentes tributarios sumaron más de 11.000 millones de pesos que el Gobierno utilizó sin consultar al Congreso". Ante este comportamiento, ya habitual en esta gestión, Pinedo presentó un proyecto de ley para que el superávit no asignado y la recaudación por encima de lo previsto no se puedan gastar sin autorización expresa del Congreso.

    Las obligaciones del Tesoro, a juicio de la oposición, representan la verdadera "caja" del Gobierno. Para 2006 esta partida supera los 9200 millones, utilizados para subsidios públicos y privados y para transferencias a las provincias.

    El ministro Lavagna pedirá la prórroga de varios impuestos que vencen a fin de año, entre ellos el impuesto al cheque y las retenciones a las exportaciones, que suman unos 12.000 millones de pesos anuales; la oposición pretende ampliar la masa coparticipable de esos recursos.

    El proyecto todavía no generó demasiadas adhesiones en el resto del arco opositor. "Es que la propia Constitución nacional establece que es facultad del Congreso definir la asignación de los recursos presupuestarios; no hace falta otra ley", dijo el presidente del bloque de diputados radicales, Horacio Pernasetti (Catamarca).

    Por Laura Serra
    De la Redacción de LA NACION

    Prórrogas
     
    El Poder Ejecutivo ya envió al Congreso los proyectos que impulsan la prórroga de una serie de impuestos que vencen en diciembre próximo y que resultan vitales para garantizar el nivel de ingresos en 2006. Son el impuesto al cheque, la suspensión de la exención de ganancias en los reintegros a las exportaciones, el impuesto de emergencia a los cigarrillos y la opción de poder acreditar el IVA contra otros impuestos.

    Opiniones enfrentadas
    Fernández
    El Gobierno envió a mediados del mes pasado el proyecto de presupuesto 2006 y pretende que el debate comience antes de las elecciones del 23 de este mes.

    Si bien este año el Ejecutivo no pidió la renovación de los superpoderes para el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, podrá seguir utilizando los decretos de necesidad y urgencia para reasignar partidas presupuestarias en 2006.

    "No hay mejor política de (control de) precios que el aumento de la producción"señala una vieja máxima que, evidentemente, no es compartida por las actuales autoridades económicas. Lejos de esto, se insiste con antiguas fórmulas fracasadas de acuerdos, prohibiciones, controles que siempre terminan en mercados marginales, menor calidad, desabastecimiento, y perjuicio para los productores y los consumidores.

    Más allá de las razones que llevan a ciertos sectores empresarios a aceptar tales prácticas inconducentes, sorprende la actitud de funcionarios que, además de ostentar un cargo político, son técnicos en economía y, por lo tanto, deben conocer este tema, además de que la experiencia argentina e internacional ya demostró sobradamente la inconveniencia de tales prácticas.

    Pero entonces, si la postura no es técnica ¿a que responde? El tema, entonces, parece ser el "modelo". Y, justamente, frente a los próximos comicios legislativos del 23, parece oportuno repasar qué modelos se presentan.

    Uno señala el desarrollo integral, equilibrado geográficamente, de mercados libres, y de aprovechamiento de las ventajas comparativas a partir de sus recursos. El otro, más forzado, habla de esquemas centralistas, intervención en los mercados y fuerte apoyo oficial y de protección a distintas actividades, independientemente de la competitividad. Este último tuvo gran arraigo en el país durante casi toda la segunda parte del siglo pasado. Fue cuando aparecieron las grandes concentraciones urbanas, especialmente el Gran Buenos Aires y el Gran Rosario, y se produjo el éxodo masivo desde el interior.

    La producción agropecuaria, en tanto, que otrora había sido el principal motor de la actividad, quedó relegada a un oscuro segundo plano, con fuertes retrocesos en varias actividades (lanares, porcinos, girasol, etcétera), y con apenas el poco crecimiento que permitían algunos avances tecnológicos que iban llegando, pero muy lejos de su potencial.

    Prácticamente las dos únicas excepciones de las últimas décadas a este escenario fueron: a principios de los ?80, cuando la Argentina no se adhirió al boicot internacional contra la ex URSS, lo que posibilitó una excelente colocación de sus excedentes agrícolas. Duró poco. La segunda, fue en los ?90, cuando el país registró un gran salto productivo que, a excepción de la soja, casi no pudo ser igualado en la mayoría de los rubros, y a pesar de los muy fuertes avances tecnológicos operados en el mundo en los últimos 8-10 años (desde los OGM hasta los agroquímicos, desde las maquinarias hasta las técnicas en producción animal).

    A pesar de esa realidad ahora se vuelve a las viejas recetas: acuerdos de precios, retenciones (impuestos a la exportación), intervencionismos de distintos tipos, etcétera. Como entonces, reaparecen también antiguos conceptos que ya parecían superados como: campo vs industria, tenencia de la tierra o reclamos para reeditar las Juntas o imponer precios mínimos, sostén, protecciones y hasta subsidios. Es lógico. Otros sectores ya los tienen. Sin embargo, no parece ser esa la respuesta.

    De hecho, mientras prácticamente toda la región agropecuaria crece y exporta cada vez más (Brasil, Chile, Uruguay), la Argentina se estanca y, si la situación no se agravó mas aún fue por las muy buenas condiciones climáticas hasta este año y los extraordinarios altos precios agrícolas internacionales que "enmascararon" una realidad interna que ahora comienza a aflorar en su real magnitud.

    Hoy, con un tipo de cambio real ya casi en el nivel del 1:1, debido al fuerte incremento en los costos de producción; con transferencia de recursos hacia otros sectores muy protegidos (que llevan a que el diferencial de cambio supere en algunos casos el 40%); sin planificación oficial de mediano y largo plazo como el sector requiere; con marcados déficits de infraestructura en parte, por el deterioro y desatención de lo existente, y en parte por la priorización de, por ejemplo, obras para zonas turísticas en detrimento de las zonas productivas; la cadena agroindustrial esta volviendo al oscuro sitial y a la falta de horizonte de los ?60-´70.

    También vuelve la concentración de la actividad en menos manos (los que tienen más escala y capacidad financiera) y, por ende regresa el éxodo del interior a engrosar las megaurbes, a pesar del hacinamiento, inseguridad y mala calidad de vida que las caracteriza. A pesar de la competitividad, capaz de afrontar las políticas internas e internacionales de subsidios y protecciones. Aun con la mano de obra que ocupa (más del 35% del total). Aun con la agregación de valor y la "inteligencia" que incorpora (desde la maquinaria a la ingeniería genética, desde los servicios hasta el extraordinario valor de los productos frescos y con marca, o los orgánicos). A pesar del ingreso de divisas "genuino" que genera. A pesar de todo, el sector del campo y su agroindustria no encuentra respuesta adecuada del área política y, mucho menos, de varios funcionarios que, aun con tales evidencias, siguen sosteniendo exactamente lo contrario. Evidentemente entonces, "es" un problema de modelo.

    La autora es segunda candidata a senadora nacional por Propuesta Republicana (Bs. As.) y fue subsecretaria de Agricultura de la Nación.

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