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Noticias de Apinta

  • 21-04-2005

    Salarios: el Gobierno rechaza nuevos aumentos por decreto

    La Casa Rosada salió a sentar posición ante la repetición de las protestas y las marchas piqueteras. "No vamos a actuar bajo presión", dijo Aníbal Fernández. Temen a los reclamos que no controla la CGT.
    Clarin.com

    En medio de la preocupación oficial por el crecimiento de los conflictos gremiales, el Gobierno salió ayer a rechazar nuevos aumentos de sueldos por decreto, y también a tratar de descalificar algunas de las últimas protestas.

    El ministro de Interior, Aníbal Fernández, se encargó de dejar bien claro que no se otorgarán por decreto otros incrementos salariales, como los de 50 y 100 pesos que el Gobierno concedió en 2003 y 2004. En una definición mucho más política que laboral el ministro justificó la decisión en que el Gobierno "no actúa por espasmos ni bajo presión".

    El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, buscó restarle importancia a la sucesión de conflictos y, al mismo tiempo, cuestionar su legitimidad. "No lo vemos como una escalada ni como nada parecido a eso. Simplemente se trata de reclamos que en muchos casos tienen contenidos políticos, partidarios o interesados".

    Fernández no se refirió a ningún caso en particular, pero el que más preocupó al Gobierno fue el del hospital Garrahan, donde sus trabajadores suspendieron ayer un nuevo plan de lucha de 72 horas ante la promesa oficial de un aumento salarial de 300 pesos. Por este tema, Néstor Kirchner se había reunido el martes a la noche con el jefe de Gabinete y los ministros de Trabajo, Carlos Tomada, y de Salud, Ginés González García.

    En la Casa Rosada están convencidos de que el paro en el Garrahan se debe que "un dirigente de ATE pretende instalar su candidatura por un partido de izquierda". Se referían a Gustavo Lerer, a quien el ministro de Salud le pidió ayer que "si quiere hacer activismo político, que lo haga fuera del nosocomio".

    El caso de los trabajadores del subte —que ayer pararon media hora en apoyo a los reclamos de los empleados de LAFSA— ya estaba en la lupa del Gobierno por no responder tampoco a las estructuras sindicales tradicionales.

    Estos últimos conflictos coincidieron con la reaparición de las marchas piqueteras. El martes hubo una masiva movilización a la Plaza de Mayo y ayer un grupo del MTD Aníbal Verón cortó el Puente Pueyrredón "en solidaridad" con las protestas sindicales.

    En realidad, el auge de los reclamos gremiales ya había comenzado a insinuarse a fines de 2004. Lejos de espantarse, en el Gobierno pronosticaron un nivel de conflictividad aún mayor para este año e incluso algunos lo consideraron "positivo".

    "Sucede que la conflictividad negativa, propia de los períodos decadentes en los que la pelea pasa por defender los puestos de trabajo, está siendo sustituida por una conflictividad más sana, la de la disputa por salarios, característica de las épocas de crecimiento", explicaban en diciembre del año pasado en Trabajo.

    En el oficialismo confiaban en que los conflictos de origen sindical fueran desplazando lentamente a la protesta piquetera. Pero, sobre todo, descontaban que podrían ser canalizados a través del accionar de la CGT.

    El triunvirato de la central sindical hizo lo que pudo por tratar de monopolizar los reclamos. El propio Hugo Moyano llegó a reconocer su "preocupación" ante la profundización de los conflictos por salarios. "Los dirigentes sindicales tenemos que tener la responsabilidad de evitar todo tipo de desbordes", le dijo a este diario hace dos meses.

    En el último tiempo, y a partir de la estrecha relación con el Gobierno, la CGT fue aún más allá y bajó sus pretensiones salariales. Pasó de reclamar los 772 pesos de la canasta básica a pedir un mínimo de 630 pesos.

    Ayer, Susana Rueda afirmó que "los conflictos son por bajos sueldos", y opinó que "hay una necesidad de recuperar el salario. Es un tema sobre el que hay que actuar". En tanto, el Frente de Gremios Estatales —25 sindicatos públicos que integran la CGT— anunciará hoy un plan de lucha.

    En la central sindical son conscientes de que no pueden estar ausentes en las protestas salariales. Lo sabe Moyano, que la semana pasada pudo exhibir un aumento para los camioneros y deposita allí sus aspiraciones de convertirse en único jefe sindical.

    Por eso, la escalada de conflictos gremiales no representa sólo un desafío para el Gobierno sino también para la CGT.

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