El Bicentenario de la Revolución de Mayo invita a revisar nuestra historia. Recordemos entonces que la actividad científica comienza en el país en la segunda mitad del siglo XIX, con investigadores europeos que se radicaron en Argentina por iniciativa de Sarmiento. Durante los festejos del primer centenario, nuestro país experimentaba un marcado proceso de crecimiento económico, aunque basado en la agroexportación; el énfasis educacional estaba puesto en las profesiones liberales y en las actividades científico tecnológicas ligadas a intereses de tipo individual.
En la segunda mitad del siglo XX se produce un cambio de gran valor, verificado en la creación de CONICET, CONEA, INTI e INTA, instituciones orientadas a la satisfacción de sectores particulares. En los dos últimos casos, los organismos tenían como objetivo transmitir las tecnologías ya existentes a los sectores productivos incipientes.
En el año 97 comienza a funcionar la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, organismo que permite contar con un financiamiento adecuado para los proyectos científicos a través de un sistema de competencia de proyectos y de evaluación por pares de acuerdo a las prácticas ya establecidas exitosamente en otros países.
En el año 2007, la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, significó un salto cualitativo para la ciencia argentina. El cambio permitió trascender el nivel meramente cultural que la ciencia local había tenido en los períodos anteriores, insertándose en el desarrollo productivo y social. Se verificó un cambio de perspectiva, hecho que motivó que hasta el momento unos 750 investigadores hayan regresado a desarrollar su actividad en Argentina.
En estos momentos, desde el Ministerio estamos apoyando al sector productivo con subsidios y créditos a largo plazo, para que las pymes innovadoras puedan incorporar nuevas tecnologías y mejorar su competitividad. También estamos creando las condiciones necesarias para avanzar en sectores claves como la salud, la agroindustria, la energía renovable y el desarrollo social. Estos cuatro sectores son atravesados por tres plataformas tecnológicas la biotecnología, la nanotecnología y las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) en las que la Argentina tiene un alto potencial de desarrollo y que van a permitir aportar soluciones desde nuevas tecnologías o tecnologías de punta.
Así comenzamos el Bicentenario. Mirando el futuro con una política de Estado de largo plazo que brinda apoyo y fomento a la ciencia. Podemos conjeturar a futuro una mayor diversificación de la matriz productiva con una cantidad creciente de empresas de base tecnológica (EBT) y desarrollo de centros de excelencia en disciplinas de punta que actúen como centro de atracción para científicos locales y regionales. Esperamos, para los próximos años, contar con desarrollos competitivos en las cadenas productivas del país, que nos posicionen como proveedores mundiales de tecnología, con un sistema científico tecnológico fortalecido y vinculado con el sector productivo, y sin asimetrías regionales en el desarrollo de todas las provincias argentinas.