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Noticias de Apinta

  • 28-02-2007

    Varios factores influirán a la hora de optar

    Capitalizar y luego mudarse al Estado maximizarían los beneficios, pero hay muchas variables en juego.
    La Nación

    La nueva ley de jubilaciones dispone que, quienes comiencen a trabajar y no ejerzan su derecho a elegir a qué sistema aportarán, serán derivados al régimen estatal de reparto. Sin embargo, lo establecido por la misma norma hace que, según los expertos en el tema, lo más conveniente sea lo contrario: que el aportante comience a ahorrar en capitalización y que, cuando le falte una cierta cantidad de años para el retiro, se mude a reparto.

    Son varios los factores que influyen y, por tanto, los estudios existentes para estimar qué convendrá hacer se basan en hipótesis sobre lo que sucedería con variables como la inflación, la forma de calcular los haberes y la rentabilidad de los ahorros que manejan las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP).

    Según algunos ejemplos elaborados por los consultores Danilo Miño y Diego Deza, de Marcú & Asociados, la edad a la que a un nuevo aportante le convendría dejar capitalización y pasar a reparto podría variar, en función de diferentes supuestos asumidos (y con una inflación que, en el peor de los escenarios sería del 10% anual promedio), entre los 48 y los 58 años para los varones, y entre los 40 y los 48 años para las mujeres. Ese sería el momento a partir del cual sería más probable que el beneficio previsto en el Estado por año aportado supere el prometido por una AFJP, siempre suponiendo que se aporte es el 11% del salario.

    Los factores por tener en cuenta, según los consultores, son los siguientes:

    l Una mayor inflación favorece la conveniencia de estar más tiempo en una AFJP. Al calcular el haber inicial, el Estado no actualiza el valor de los salarios de los 10 últimos años trabajados, cuyo promedio se usa para calcular la Prestación Adicional por Permanencia (PAP), y eso hace que el monto considerado como referencia pierda valor real.

    En cuanto a los fondos de las AFJP, si bien no puede preverse qué pasará en el futuro, la rentabilidad desde 1994 se ubicó en el 10% promedio anual por arriba de la inflación, aunque aquí no se considera el costo de las comisiones. Las proyecciones que realizan los consultores cuando señalan la conveniencia de pasar a reparto unos años antes de jubilarse consideran tasas más conservadoras: del 5 por ciento anual arriba de la inflación.

    Salarios crecientes o no

    Según un informe elaborado por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), la inflación hace frágil la promesa del sistema de reparto. Para quien aporte 30 años al Estado, la reforma eleva del 25 al 45% del salario promedio de los 10 últimos años el monto de la citada PAP, que se calculará como el 1,5% del salario por cada año aportado, en lugar del 0,85% actual. A esa prestación se suma otra de $ 200.

    l Para quienes cobran sueldos elevados, habrá una mayor conveniencia de capitalizar por más años, ya que para estimar el haber inicial, el régimen estatal aplica un tope al salario que es base de cálculo, y eso tiende a agrandar la brecha entre el ingreso jubilatorio y el último sueldo. Ese tope, que rige también para el aporte de los trabajadores -a capitalización y a reparto- se eleva con la reforma de $ 4800 a $ 6000.

    l Para las mujeres, el momento estimado para pasar del sistema privado al público se anticipa. Por dos razones: la edad de retiro es más baja (los varones se jubilan a los 65 años y las mujeres a los 60) y la esperanza de vida es mayor. En el sistema de AFJP, como el ahorro acumulado durante los años aportados tendrá que durarle más tiempo, las rentas mensuales serán menores que las de un varón.

    Por igual razón, ser casado favorece un traspaso más temprano a reparto, ya que cuenta con la probabilidad de que al beneficiario lo sobreviva el cónyuge, que heredará el beneficio.

    Según la UADE, un factor importante será si la carrera laboral tiene o no un perfil de salarios crecientes. Según estima, si no hay mejora de ingresos en términos reales, convendría estar todo el tiempo en capitalización (sobre todo, si el período de aportes supera los 30 años) o, a lo sumo, sería indiferente el sistema a elegir. Por el contrario, si la carrera promete salarios en crecimiento, podría convenir reparto, pero -según la UADE-, existe el riesgo de que el Estado no pueda cumplir con sus promesas.

    En cualquier caso, siempre el factor subjetivo será decisivo. Y, según agregan Miño y Deza, incidirá fuertemente la forma en que se comunicará la reforma y sus aspectos reglamentarios, muchos de los cuales aún no se conocen.

     


     

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