Una mujer llevaba más de una hora esperando que la atiendan en la oficina de su prepaga cuando explotó y pidió el libro de quejas para registrar su fastidio. Le dijeron que no lo tenían y que si quería reclamar tenía que ingresar al sitio web de la empresa. A un estudiante universitario lo invadió la misma indignación cuando en el supermercado de su barrio no tuvo la posibilidad de dejar asentado que en la caja le cobraron de más: con la excusa de que no tenían monedas le redondearon la cuenta para arriba.
Pero hoy algo puede cambiar a favor de los consumidores. Es que la Legislatura porteña se preparía para aprobar una ley que establece que los comercios y locales que brindan atención al cliente o servicios de post-venta, y también las dependencias del Gobierno porteño que atiendan al público, tendrán la obligación de tener a disposición de los consumidores un libro de quejas, sugerencias y reclamos.
Hasta ahora no hay reglamentación al respecto. Funcionaban más como un control interno del negocio y Defensa del Consumidor no los controlaba.
La iniciativa la presentó la diputada Paula Bertol (del PRO) y ya cuenta con un dictamen favorable de la Comisión de Defensa del Consumidor y de Legislación General de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Si hoy se aprueba, los consumidores ya no se quedarán con las ganas de asentar su queja de puño y letra. En los comercios, serán motivos suficientes para hacer uso del libro del queja las siguientes anormalidades: el tiempo de espera excesivo, la mala atención por parte de los empleados, la falta de respuesta o de información sobre trámites; la falta de baños o sillas y también de atención específica a personas discapacitadas o a mayores de edad, entre otros problemas.El proyecto aclara que para que estas quejas se consideren denuncias por infracción a la ley, los clientes deberán tramitarla luego en un organismo de Defensa del Consumidor. En tanto, en las dependencias oficiales, el director o responsable del sector donde esté el libro deberá comunicar dentro de las 72 horas las quejas asentadas; si se trata de reclamos urgentes el plazo será de 24 horas.
Los locales y oficinas de la Ciudad deberán tener, además, un cartel informativo en un lugar bien visible para el público donde se informe la existencia del libro y los teléfonos de los organismos de Defensa del Consumidor que pueden consultar.También deberán tener a disposición del público un teléfono de uso gratuito para que la gente pueda llamar a los organismos de Defensa del Consumidor u otras dependencias.El proyecto establece que el libro será foliado, sellado y entregado por la Dirección de Defensa del Consumidor (la autoridad de aplicación para estos casos). El procedimiento será así: el folio original del libro de queja se enviará a Defensa del Consumidor, una copia del mismo será para el consumidor y otra quedará asentada en el libro.
El libro de quejas será objeto de inspecciones. Y los incumplimientos serán sancionados de acuerdo con la ley 24.240, de Defensa del Consumidor.