Las empresas españolas trabajan más, pero con menos beneficios. Para corregir esta brecha, la consultora especializada Proudfoot propone diez sencillas recetas.
R.Ugalde / Madrid. Los españoles trabajamos demasiado. Al menos, en comparación con los países de nuestro entorno. Sólo los norteamericanos superan las 1.806 horas que dedicamos a la empresa el año pasado. Un esfuerzo que apenas se traduce en beneficios, ya que la productividad nacional está entre las más bajas de Europa.
Los franceses, con 1.483 horas al año, y los alemanes, con 1.441 horas, logran niveles de productividad del 60 por ciento y 64 por ciento, respectivamente. Los españoles, con una jornada laboral un 21 por ciento y un 25 por ciento más extensa, conseguimos una productividad del 61%, según un estudio de Proudfoot Consulting, líder mundial en mejoras de productividad.
Una mala planificación, la falta de control por parte de los directivos y una comunicación ineficaz son los puntos débiles de las compañías españolas que, según Proudfoot, podrían cambiar las tornas si aplicaran un sencillo decálogo de mejoras.
1. Convertir la producividad en estrategia: Para mejorar los resultados un 20 por ciento no basta con frases grandilocuentes y pequeños planes. Al contrario, hace falta que la cúpula tome las riendas e inyecte el cambio en toda la organización.
2. Fijarse objetivos ambiciosos: Si plantea objetivos mediocres, tendrá resultados mediocres. Y viceversa.
3. Evaluar los cambios: Un plan de productividad debe mejorar la utilización de todos los recursos de la empresa. Pero esta mejora no se puede conocer si no se mide. Por tanto, cada iniciativa debe ser evaluable..., y evaluarse, porque una estrategia, sin números, no es nada.
4. Mejorar la planificación y supervisión: La falta de control y una gestión inadecuada son la principales causas de la baja productividad. Por eso, es crucial que los directivos reúnan las condiciones básicas para ocupar el cargo.
5. Entrenar a la plantilla: La formación, sin seguimiento y consejo, sirve para poco. Por cada hora de formación, cada directivo necesita tres hora de tutoría personal.
6. Sentir los cambios: Los empleados necesitan ver que las cosas cambian para creer en ellas.
7. La velocidad es vital: La inercia aniquila cualquier iniciativa de cambio. Por eso no valen los planes pequeños, sino una batería de mejoras que afecten a toda la empresa desde el primer momento y que inyecten adrenalina.
8. Romper los tiempos: Si los resultados sólo se miden cuando concluye un proyecto, es tarde para corregir errores. En cambio, si se evalúa cada cierto número de horas, se podrán introducir modificaciones.
9. Comunicar con claridad, sin ambigüedades, sobre cuáles y cómo van a ser los cambios. Y anuncie los éxitos en cuanto ocurran.
10. Pensar siempre: Cada directivo debe estar siempre analizando cómo mejorar las productividad.
www.elmundo.es, 8 de agosto de 2005