Bruselas.- Mientras aumenta la preocupación internacional por el traslado de la producción a China, Han Dong Fang (*), el célebre defensor de los derechos humanos residente en Hong Kong, habla sobre la situación de los trabajadores chinos, sobre cómo se puede defenderlos y sobre las repercusiones que las violaciones de los derechos fundamentales que se cometen en China tienen en la mano de obra mundial. Rememora asimismo el tiempo que estuvo preso.
- China pasó a ser miembro de la OMC en 2001. ¿Qué cambios implicó esto para los trabajadores chinos?
- La repercusión no fue tan notoria en los trabajadores chinos como en los países occidentales, donde se ve claramente que la admisión de China a la OMC ocasionó pérdidas de puestos de trabajo. China produce con bajísimos costos y no brinda a los trabajadores ninguna posibilidad de sindicalizarse, razón por la cual atrae inversiones. Su admisión en la OMC no tuvo un efecto negativo directo sobre los trabajadores chinos pero aceleró la quiebra de empresas estatales. Durante todo ese proceso, los trabajadores no tienen derecho de opinar, no tienen ningún poder de negociación, ni siquiera cuando las empresas estatales cierran.
- ¿Cuál es la razón por la que en China no se paga el salario en término a numerosos trabajadores o trabajadoras?
- En las empresas estatales, las quiebras y los retrasos en los pagos de salarios se deben principalmente a la mala administración. Si las empresas estatales no dan ganancias eso se debe a la corrupción y no al mercado, como pretenden las autoridades o las personas a cargo de la administración de esas empresas. Los gobiernos locales son quienes contratan a esos administradores pero éstos en lo primero que piensan es en obtener ganancias para ellos mismos y para quienes los han designado. Por eso las empresas estatales se van hundiendo una tras otra al tiempo que sus administradores y los altos funcionarios de las autoridades locales se hacen millonarios. Las quiebras se deben directamente al enriquecimiento personal de esas personas.
- ¿En las empresas privadas se retrasa menos el pago de los salarios?
- En todo el territorio de China hay muchísimas violaciones de los derechos de los trabajadores. Muchas empresas estatales fueron privatizadas. Cuando sucedió eso, los trabajadores perdieron sus jubilaciones, su seguridad social. El gobierno quiere privatizar todas las empresas estatales porque cree que es la manera de que éstas pasen a ser perfectas, cosa que no es así. ¡Estamos ante un gobierno comunista que cree que las privatizaciones resolverán todos los problemas! Como los trabajadores no tienen ningún poder de negociación, esas privatizaciones adquieren un perfil todavía peor.
- ¿En qué situación están los trabajadores de las empresas extranjeras establecidas en China?
- Esas empresas obtienen mayores ganancias que las empresas estatales porque producen fundamentalmente para la exportación. El mayor problema que tienen los trabajadores de esas empresas es la cantidad de horas diarias que tienen que trabajar. Es muy fácil explotarlos porque a menudo proceden de regiones lejanas, no tienen familia en la ciudad donde trabajan y sus derechos no están tan protegidos como los de los trabajadores locales. Tienen miedo de protestar, inclusive cuando sus empleadores los obligan a trabajar, por ejemplo, diez horas por día los siete días de la semana. Además, las condiciones de trabajo en muchas empresas de propiedad extranjeras son terribles.
Por ejemplo, en los últimos años hubo más y más casos de trabajadores y trabajadoras de orfebrería de la Provincia de Guangdong –la zona más próspera del sur de china- que contrajeron silicosis, enfermedad incurable que puede matar a una persona al cabo de algunos años. Muchas veces, esos trabajadores contrajeron la enfermedad debido a la falta de ventilación en las fábricas donde trabajaban y en muchos casos, porque no se les proporcionaron ni siquiera bozales. Una vez diagnosticada la silicosis en el curso de un examen médico organizado por la fábrica, los empleadores les ocultaron la verdad y los despidieron diciéndoles que tenían algún tipo de enfermedad infecciosa, como por ejemplo, tuberculosis (en una primera etapa ambas enfermedades tienen síntomas similares). Cuando los trabajadores pidieron ayuda a los departamentos gubernamentales correspondientes y a los sindicatos estatales, éstos, en lugar de brindarles respaldo, procuraron no intervenir en los conflictos porque la prosperidad de una ciudad se basa en el volumen de inversiones extranjeras.
- ¿Cuánto ganan esos trabajadores?
- En la región de Shenzhen, el salario mínimo es de unos 490 yuans mensuales (alrededor de 50 euros). Ese salario corresponde a una labor de 8 horas diarias, 5,5 días por semana, pero muchas empresas obligan a sus empleados a hacer 10 horas diarias sin darles ningún franco semanal y les pagan muy poco más que ese salario mínimo. En las regiones de China más apartadas, por ejemplo, el noroeste, ese salario mínimo es inferior, a veces es de un monto apenas equivalente a la mitad del que se paga en una zona como Shenzhen.
- ¿Se crean empresas en esas regiones remotas?
- Todavía no hay muchas porque el transporte es malo. El gobierno intenta promover las inversiones en esas regiones y algunos inversores, principalmente de Hong Kong, están explorando las perspectivas de implantar industrias allí. Eso está creando un riesgo de que se efectúen traslados de empresas en el interior mismo de China además de los que tienen lugar desde los países occidentales hacia China. Los trabajadores de la provincia de Guangdong están quedándose sin trabajo porque sus empresas se trasladan al norte o al noroeste donde pueden producir con menores costos. Como los trabajadores no tienen ningún poder de negociación, el capital puede irse donde quiera.
- ¿Deberían desalentarse las inversiones extranjeras en China?
- No nos oponemos a que se desplacen las inversiones dentro de China ni tampoco estamos en contra de las inversiones extranjeras ya que eso crea puestos de trabajo. Los inversores están siempre buscando una mano de obra más barata que la que tienen. En China encuentran trabajadores despojados de toda dignidad ya que no tienen ningún poder de negociación. Por eso es tan barata la mano de obra. Si los trabajadores pudieran negociar con los inversores, podrían obtener una remuneración decente. Eso resultaría beneficioso para todo el mundo ya que el acceso de China a la OMC tuvo consecuencias negativas en los trabajadores de numerosos países. Estos últimos se ven ahora confrontados a la competencia de la gigantesca mano de obra barata china que es precisamente tan barata porque no tiene ningún poder de negociación. Ayudar a los trabajadores y trabajadoras en este ámbito es nuestra manera de solidarizarnos con el movimiento sindical internacional. No cabe duda de que si los trabajadores chinos tuvieran derecho de defenderse, llevarían una vida mejor y habría un mayor equilibrio con la mano de obra del resto del mundo. Cuando luchamos para que los trabajadores chinos puedan sindicalizarse no estamos combatiendo a los inversores extranjeros. Sabemos que, de hacerlo, no se volverían a crear los puestos de trabajo que se perdieron en los países occidentales pero hay otras maneras de contribuir a la solidaridad sindical internacional. La nuestra consiste en dar mayor poder a la mano de obra china, lo que contribuirá a mejorar la calidad de vida de trabajadores que hasta ahora han sido privados de toda dignidad.
Pero si dejamos que las cosas se lleven a cabo en China como quisiera la OMC, los salarios bajarán todavía más, se reducirá la seguridad social, las jubilaciones, la atención médica... Si se deja que la OMC promueva en China mejores oportunidades para el mundo empresarial sin que haya ningún progreso en el plano social, a la larga se podría terminar con una sociedad donde no haya planes de jubilación ni atención médica... ¿Qué sucedería entonces en este país de 1.400 millones de habitantes si la gran mayoría de ellos no tuviera acceso a atención médica? Eso también implicaría peligros para los demás países ya que una epidemia como el síndrome agudo respiratorio severo (SARS, en su sigla inglesa) no se detiene cuando llega a la frontera de China. Por razones como éstas, afirmamos que si la OMC no toma más en cuenta las preocupaciones sociales estará guiándose por una visión de corto plazo muy irresponsable.
- Usted es el animador de una emisión que se hace en Radio Free Asia - estación cuya sede está en Hong Kong- donde los oyentes pueden hablar de los problemas que los aquejan llamando a una línea telefónica gratuita. ¿En qué consiste la emisión?
- Es un número telefónico gratuito al que pueden llamar los oyentes para relatar en vivo sus experiencias. De esa manera, habitantes de China que viven a miles de kilómetros unos de otros pueden darse cuenta de que no son los únicos que sufren un tipo u otro de explotación, que son problemas que aquejan a todos los trabajadores y trabajadores chinos. La principal finalidad es posibilitar que los oyentes expresen sus opiniones. De vez en cuando les doy algún consejo si lo piden pero la idea general es que hablen lo más posible. Intento que la conversación se encauce de manera tal que los oyentes comprendan que se tienen que unir ya que el hecho de que haya leyes no es suficiente para protegerlos.
- ¿Originan esas emisiones mejoras concretas?
- Cuando se termina la emisión, si las personas que han confiado sus problemas lo desean, podemos ayudarlas brindándoles asesoramiento jurídico. El Boletín Sindical Chino (China Labour Bulletin) puede también ponerlos en contacto con algún buen abogado de otra región. Es mejor que los abogados no sean de la misma región porque necesitan que las autoridades locales les renueven anualmente sus licencias. Al defender a un trabajador víctima de explotación en una empresa pública, un abogado está poniendo en dificultades a las autoridades públicas y corre grave riesgo de que al año siguiente no se le renueve su licencia. Lo mismo ocurre cuando el empleador es una empresa privada ya que los patrones del sector privado generalmente tienen buenas conexiones con las autoridades locales y es probable que acusen al abogado de perjudicar el desarrollo económico de la región.
Por ejemplo, el Boletín decidió brindar ayuda legal a seis de los diez trabajadores acusados de “destrucción intencional de propiedad” durante las dos protestas masivas de los días 21 y 23 de abril de 2004 respectivamente, donde participaron miles de trabajadores y trabajadoras de las fábricas Xing Xiong y Xing Ang, propiedad de la empresa taiwanesa Stella International. Los detonantes de las protestas fueron las excesivas horas de trabajo, la baja remuneración, los frecuentes atrasos en los pagos y la mala calidad de la comida que se sirve en los comedores de las fábricas. Finalmente, en el curso de una audiencia de la corte penal de apelación llevada a cabo el 31 de diciembre de 2004, las condenas de los trabajadores, que inicialmente eran de tres años y medio de cárcel, fueron reducidas a nueve meses y dejadas en suspenso. Fueron asimismo liberados tres trabajadores menores y se dejaron sin efecto las condenas originales en suspenso que se les habían impuesto.
- ¿No se comunican entre sí las autoridades locales de las distintas regiones los nombres de los abogados que defienden a los trabajadores?
- No. Todas las autoridades forman parte del mismo sistema pero no colaboran entre sí. Por eso las cosas van tan mal en China, por eso se está hundiendo el sistema. Todos están de acuerdo en prohibir la libertad sindical pero no llevan las cosas al punto de trabajar juntos para tomar medidas prácticas, como comunicarse unos a otros los nombres de esos abogados.
- ¿Cómo pueden trabajadores tan pobres pagar los servicios y los gastos de viaje de un abogado?
- Les resulta difícil pero es lo único que pueden hacer para defenderse. El Boletín Sindical Chino les sugiere compartir los gastos entre todos los trabajadores de una fábrica. De esa manera pueden defender sus derechos y forjar al mismo tiempo una solidaridad entre ellos.
- ¿Tienen alguna posibilidad de ganar un juicio si lo hacen?
- Muchas veces los trabajadores que hacen juicio llevan a cabo al mismo tiempo medidas de protesta en las calles ya que piensan que eso acelerará la resolución de sus casos. El Boletín Sindical Chino no les aconseja hacer manifestaciones ni bloquear las calles. Nos limitamos a brindarles asesoramiento en el plano jurídico.
Es difícil estimar qué posibilidades tienen de obtener una victoria ante un tribunal. Si se está haciendo juicio a una empresa estatal, es como si se estuviera atacando a las autoridades locales y, en general, el juez desestimará la queja. Luego se puede efectuar una apelación ante otro tribunal más alto que, por su parte, también desestimará la queja. No obstante, continuamos aconsejando a los trabajadores que apelen a la justicia, aun cuando no obtengan nada inmediatamente por esa vía. Pensamos que si más y más trabajadores procedentes de más y más fábricas recurrieran a la justicia aumentaría la presión en los tribunales y esperamos que a la larga esa presión los obligue a tomar en cuenta las quejas de los trabajadores.
- ¿No intenta el gobierno chino prohibir su emisión de Radio Free Asia?
- No puede. Sabe que hay muchísimos trabajadores en situaciones desesperadas que no tienen ningún foro público donde acudir. Entre 20 y 30 millones de personas de distintos lugares de toda China escuchan nuestras emisiones. Quienes llaman al número gratuito pueden hacerlo desde una cabina pública si así lo desean. Nuestra oficina está en Hong Kong, que sigue siendo “un país con dos sistemas”. Si el gobierno nos prohibiera emitir podría toparse con una reacción muy negativa de la comunidad internacional. Creo también que el gobierno chino nos tiene mucha menos bronca que el de Hong Kong porque nosotros aconsejamos a los trabajadores que entablen juicio y no que salgan a la calle a protestar.
- Todos los años hay numerosas huelgas en China. Algunas de ellas se reprimen, otras no. ¿Hay algún criterio que permita determinar de antemano el nivel de riesgo de represión?
- No, no se puede saber si se reprimirá o no una huelga. Dentro del sistema no hay una idea precisa en cuanto a la manera de proceder en caso de huelga. Nosotros continuamos aconsejando a los trabajadores que se limiten a tomar medidas legales pero, a veces ellos saben –porque tienen más experiencia que nosotros- que si bloquean las calles durante uno o dos días, las autoridades locales se sentirán molestas y tendrán entonces más posibilidades de que les den una respuesta. Eso muestra que la reacción del régimen es lastimosa ya que da a la gente la impresión de que para obtener lo que desea tiene que bloquear las calles y no utilizar las vías legales. Por eso es que hay cada vez más y más trabajadores y trabajadoras que recurren a las huelgas, manifestaciones o concentraciones como medio de protesta.
- ¿Puede existir una colaboración entre Radio Free Asia y la única federación sindical que el régimen chino tolera (y controla), la ACFTU?
- En caso de que los trabajadores efectúen una protesta, la ACFTU puede actuar de dos maneras: o no hace nada o ayuda al gobierno a controlar la situación, muchas veces enviando a su propia gente a infiltrarse entre los trabajadores para identificar a los cabecillas y comunicar sus nombres a la policía para que los detengan. Además, han desaparecido muchos sindicatos miembros de la ACFTU en el nivel de las empresas, sobre todo desde las olas de privatización. Sus representantes están entonces sin trabajo, como todos los demás trabajadores. Algunos de ellos consiguen empleo gracias a sus funciones en la ACFTU. Muchas de las políticas del gobierno chino son muy criticables: represiones en el Tibet, falta de derechos de los trabajadores, mala gestión de las privatizaciones.
- ¿Hay alguna posibilidad de que ese gobierno cambie para bien?
- No creo. Es un gobierno que destruye, no uno que construye. La única cosa que ha construido es su propio poder, su ejército. Cree que su poder solamente lo pueden proteger los militares. A la larga, esa teoría no funcionará porque la única manera de que el régimen tenga estabilidad consiste en desarrollar mejor la economía. La mayor debilidad del Partido Comunista es que no sabe manejar una economía, una sociedad, un desarrollo duradero... No digo que sus dirigentes necesariamente tengan que irse pero por lo menos tienen que aprender y rápido.
- ¿Cómo hizo para soportar su encarcelamiento tras los sucesos de la Plaza Tienanmen? ¿Lo hicieron objeto de violencia física?
- No, no me golpearon pero me pusieron deliberadamente en una celda donde me enfermé de tuberculosis. En un primer momento me acordaba de los héroes comunistas que nos habían dado como modelos en la escuela, héroes que a veces perdieron la vida para que nosotros pudiéramos “vivir más felices”. Al escuchar a los docentes contarnos esas cosas, a veces lamentaba no tener la ocasión de ser yo también un héroe... y, en cierta manera, los primeros días que pasé en la cárcel pensaba que quizás terminara por serlo, que se iba a hacer realidad mi sueño de niño de luchar contra un gobierno todopoderoso.
No obstante, fuera de esa visión “romántica” del hecho de estar encarcelado, hay que subrayar la enorme presión que se siente. Se está constantemente sobre ascuas por lo que pueda suceder un rato después. Yo creía que en cualquier momento me iban a ejecutar. Me había entregado a la policía porque prefería morir dignamente en lugar de esperar a que me capturaran. Al cabo de uno o dos meses me di cuenta de que no me matarían. Contemplé entonces la posibilidad de que dieran una larguísima condena de cárcel y entonces mi prioridad fue tratar de mantenerme en el mejor estado de salud posible. Pensaba que me condenarían a 20 años, que me trasladarían a una cárcel donde pudiera leer, escribir...
El respaldo internacional me ayudó mucho a mantener la moral alta. Sin la presión que ejercieron la CIOSL, los sindicatos nacionales, la OIT, los diplomáticos y las organizaciones de defensa de los derechos humanos quizás en este momento estaría muerto, sobre todo porque en la cárcel estuve muy mal de salud. Afortunadamente, cuando salí de la cárcel, la AFL-CIO, la afiliada estadounidense de la CIOSL, me ayudó para que me hiciera atender.
- ¿Estaba usted al corriente del respaldo internacional durante el tiempo en que estuvo detenido?
- No estaba totalmente seguro pero me lo imaginaba ya que antes del 4 de junio de 1989 había mucha atención internacional en torno a la Plaza Tienanmen. Para mí, cuando estaba en esa celda, ese respaldo era importantísimo, saber que se ejercían presiones internacionales para conseguir que me liberaran... Lo único que veía un día tras otro eran las paredes de la celda. Había solamente una ventanita a través de la cual no podía ver nada, ni siquiera una hoja de un árbol. Sin esa esperanza en las presiones de la comunidad internacional me hubiera sido muy fácil venirme abajo.
La experiencia que hice en la cárcel me impulsa a exhortar a los sindicatos internacionales y a las organizaciones de defensa de los derechos humanos a continuar luchando por la liberación de los presos, a escribir al gobierno chino para que éste sepa que no se los olvida. Sin embargo, los trabajadores chinos no tenemos que esperarlo todo del respaldo de la comunidad internacional. Tenemos que unirnos internamente para crear puntos de contactos sobre los cuales pueda apuntalarse la presión internacional.
Entrevista realizada por Samuel Grumiau.
(*) Cuando en 1989 comenzó el movimiento en pro de la democracia, Han Dong Fang trabajaba en los ferrocarriles, luego fue elegido portavoz de la “Federación de Trabajadores Autónomos de Pekín”, antes de la matanza de la Plaza Tienanmen. Tras haber estado 22 meses en la cárcel, se fue a Hong Kong donde fundó el Boletín Sindical Chino. Trabaja también para Radio Free Asia, donde es el animador de una emisión en la que los trabajadores chinos pueden dar sus opiniones en vivo por teléfono.
Fuente: CIOSL